miércoles, 25 de julio de 2012

¿De qué hablamos?

por Wolfang Francisco Carvajal Capacho
Arquitectura UFPS


“la televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural”
Federico Fellini.



Inicio esta opinión con una advertencia a las personas que quieran refutarme luego de leer estas líneas, y es la siguiente: no voy a tratar el tema de lo moral o inmoral que para muchos puede ser los actos acontecidos en un reality show, por tanto no me amparo en lo agradable o desagradable que me produzca ver este programa, es más, si finalmente lo veo o no sólo incumbe mi privacidad, y tampoco voy a decir algo que no sepan, sólo quiero escribir.

Lo que me interesa destacar alrededor de lo suscitado en el público con relación a los programas reality show y en general al 100% del contenido de los canales de televisión, es el enorme poder de concentración que generan en el público.

 Avanzando en la intención de lo que quiero decir y sin ser un estudioso en teorías de la comunicación ni ser éste mi campo, puedo intuir que la televisión sin importar si está bien o mal enfocada, es  por principio infortunada.

Esta caja negra  entró en el espacio privado que es el hogar para subvertir el espacio público y todo el contenido que este conlleva. Es decir de entrada, la aparición del televisor en los hogares ha generado la transmutación de las actividades que se desarrollan en los espacios públicos generando un errado sentido de participación y opinión, afirma Manuel Campo Vidal que “Si de pronto se descompusieran todos los televisores del mundo, no habría escalas para medir los maremotos de aburrimiento”, ya que las personas nos acostumbramos tanto a la presencia del televisor que forma parte importante en nuestras vidas y es el epicentro de nuestros hogares cercenando todo desarrollo motriz y  dialógico con los demás, y digo infortunada porque ésta le ha ganado la batalla a la imaginación, a las reuniones familiares para contar historias o chistes, bailar o tocar un instrumento, espacios familiares y tal vez comunitarios que posiblemente nuestros abuelos hayan disfrutado más intensamente y que muchos de nosotros no sepamos qué significado tienen.

Incluso en un nivel más privado de relaciones personales, y siguiendo con las frases encontradas en google sobre la televisión, apunta Isidoro Loi causándome sonrisa que “Los matrimonios jóvenes no se imaginan lo que deben a la televisión. Antiguamente había que conversar con el cónyuge”, para lo cual si se trata de aprovechar la televisión a nuestro interés es una buena estrategia prenderla para no tener que discutir todo el tiempo con la pareja y mucho menos terminar haciendo hijos.

El punto de la opinión es aún más inquietante pensarlo, puesto que muchos en un partido de futbol hemos gritado al televisor esperando que el árbitro, los jugadores o el técnico escuchen lo que nos parece respecto al partido, igualmente,  al ver una novela o serie en la cual el asesino acecha sigiloso a la víctima, sentimos la necesidad de gritarle a esta que se cuide la espalda, que lo van a matar.

De entrada sabemos que el televisor no trasmitirá nuestra opinión al que envía el mensaje, pero nos creemos el cuento, sin embargo creernos el cuento no es tampoco equivocado, ya que la literatura en el 100% de los casos nos hace creer en las historias, es más, la literatura muchas veces ha sido fuente para la televisión, el problema es que nos creemos cuentos faltos de creatividad, o cuentos donde damos de comer y nos terminan quitando completamente la comida.  

El inconveniente es que la televisión  anula la imaginación, pues todo está explicito; así como anula la capacidad de interacción, pues aunque podamos ver tv  en compañía de varias personas, al final nos daremos cuenta que estamos aislados pues el diálogo siempre termina entre la caja negra (que ahora es plana) y uno.

Concluyendo, el mayor problema que tiene la televisión es que supuestamente es un medio cultural, pero en lo que termina convertida agazapadamente es en un fin político el cual utiliza una ideología cultural para socavar el poco conocimiento que las sociedades tienen de si mismas, por tanto es tan atractiva la televisión porque nos genera una identidad al saber que otros están haciendo lo mismo, y poder hablar con ellos de determinado tema de moda nos incita a verla cada día para encontrar puntos de conversación en el trabajo, el colegio, la universidad, la iglesia y cualquier espacio, otra identidad que la televisión misma ha construido ganándole la guerra como dice Fellini a nuestro sistema cultural, por ello obviamente el poder acude a ella para mantener alejados de nuestras conversaciones temas más profundos como los políticos, ya que tendemos a ser facilistas y con tantos problemas que hay en el mundo, es mejor evitarnos dolores de cabeza.

Sin embargo para terminar y contradecir todo lo anterior, como afirma Jaime de Armiñán “modestamente, la televisión no es culpable de nada. Es un espejo en el que nos miramos todos, y al mirarnos nos reflejamos”, y como ciudadanos si no podemos apagar y tirar a la basura el televisor para salir a los parques, jugar y divertirnos sanamente en el tiempo libre, por lo menos podemos censurar y regular aún más la televisión, para no terminar censurados por ella.

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