viernes, 11 de noviembre de 2011

Televisión y violencia*

Por Gerson Carreño
Comunicación Social UFPS.

La violencia no apareció con la televisión ni va a desaparecer con ella, sus raíces  parecen estar en ciertas  peculiaridades de las estructuras socioeconómicas, así como en las construcciones mentales dominantes e idiosincrásicas sobre nuestras relaciones sociales, la irracionalidad de nuestros comportamientos  y ciertas  situaciones socio-biológicas.
  
La cuestión no es entonces debatir si la televisión causa la violencia o no, sino que favorece un incremento de esto en las relaciones cotidianas, o si contribuye  a la prevención de tales aptitudes  y por el contrario potencia la solidaridad  y  el crecimiento personal, en el marco de una  dignificación  y pacificación de la  existencia. 

La televisión estimula la agresividad por medio de modelos  de comportamiento agresivos  que el televidente  puede imitar, la observación de agresividad en la televisión, facilita su emergencia al romper inhibiciones  contra su manifestación,  el comportamiento agresivo puede presentarse debido al cambio de las actitudes  originales del espectador sobre la violencia, al ver justificados los métodos agresivos  para alcanzar ciertos objetivos. 

El comportamiento inmediatamente posterior del espectador, a la exposición de  escenas  de agresividad lo excita psicológicamente haciendo mas probable que actué  agresivamente, o puede desestabilizarlo frente a conductas de agresión, los sujetos que ya son agresivos encuentran  una justificación de su comportamiento  mediante la observación de situaciones agresivas expuestas en la pantalla. 
  
En este  orden de cosas tendríamos que cuestionarnos la manera de cómo estamos viendo televisión los colombianos, es de todos conocido a nivel nacional e internacional que Colombia es catalogado como un país  violento, en casi la totalidad de países suelen prevenir  a sus ciudadanos de venir a Colombia ,argumentando que es un destino de alta peligrosidad, será que los colombianos  somos todos  unos asesinos en potencia, que optamos  por la violencia  por medio de la televisión, o que gracias a ésta nos hemos descubierto como seres violentos?.

No se puede tapar el sol con un dedo, Colombia es un país violento, y esa violencia tiene sus orígenes cuando ni siquiera había llegado la televisión a Colombia, son orígenes de orden político  y social. Pero hasta que punto la televisión ha contribuido a  recrudecer  ese conflicto?  Si bien los anuncios  de los noticiero de un tiempo para acá  vienen transformando el conflicto interno en terrorista  han contribuido de manera eficaz en ese recrudecimiento, sin olvidarnos que estos lineamientos vienen enmarcados dentro de una identidad de domino ideológico que se caracteriza en  presentar  una  especie de miedo colectivo, que se popularizó con  el atentado de las torres gemelas, y se hizo expansivo  a nivel mundial.
  
Si bien en Colombia no se suelen ver con frecuencia los casos espeluznantes  de carácter sicótico que se suelen ver en su gran mayoría en el mundo desarrollado, se han presentado a través de la televisión una especie de dominio ideológico por un lado, y por el otro, la creación de una  identidad  foránea que viene acompañada con los estándares  y modelos norte americanizados, estos modelos y estándares han  socavado  ampliamente en  la identidad nacional, ya no se reconoce  los nacionales como así mismos  sino que se ha generado  un abandono cultural.
  
Es en ese sentido como la televisión  que por lo general se encuentra en manos  de los empresarios ha permitido  la degradación  e idiosincrasia  de  los nacionales, se nos considera violentos, pero no se dan cuenta que  en parte estamos influenciados  altamente  por los estereotipos  que  ellos mismos  promueven.

El sensacionalismo de la televisión ha permitido desvirtuar la realidad, nada es cierto o verdadero mientras no este en televisión, en parte  el televidente termina siendo una victima indefensa de los  esquizofrénicos  modelos televisivos  que  predominan  en la actualidad, la televisión   legitima la realidad, la realidad no es realidad si no esta en la pantalla, y mucha de esta realidad  siendo falsa se consume como verdadera, por lo tanto  el sensacionalismo le hace un flaco favor a la verdad  y  a la democracia.
   
La violencia  y la televisión  están alimentadas  por el inmediatismo  al que estamos  destinados  a vivir  en el siglo de la modernidad, de los avances  tecnológicos y  revoluciones informáticas, que  nos cobrarán  de manera costosa  el  habernos hecho  fácil  y cómoda la vida, la desaparición  de la especie humana  será  el alto costo que tendremos que pagar.

 ________________________________________

*Articulo publicado en la primera edición de la revista INCONSCIENTE COLECTIVO abril de 2009.








miércoles, 9 de noviembre de 2011

Limitaciones de la acción colectiva en el nuevo espacio público.

por Wolfang Francisco Carvajal Capacho
Arquitectura UFPS.




El espacio público hoy en día se presenta como una amalgama compleja de eventos y actividades en el diario vivir de una ciudad, pero ¿que tanto ha cambiado desde su concepción?, y ¿que tanto éste a su vez ha cambiado al público que lo usa?, ¿que relación existe entre espacio público – ciudad – economía - política?, ¿cuales son las diferencias fundamentales entre espacio público y espacio privado?, son apenas esbozos para una extensa investigación que no se agota en estas líneas, por lo tanto se empezará por aclarar el origen y las diferenciaciones de dicho concepto.


En su concepción, el espacio público nace de la idea de la política en la ciudad, a partir del modelo griego de plaza o ágora, ésta es la respuesta a la libertad de expresión, comunicación, discusión, y debate de los asuntos que guían las políticas públicas de la ciudad, donde los ciudadanos ejercen la democracia de una manera participativa; Por tanto para que estas relaciones entre Estado y sociedad se den enmarcadas en un espacio público es necesario estar presente en pleno, donde el espacio es configurado para este sentido.

Por otra parte, el espacio privado de la sociedad es la familia (espacio domestico), en él se ejercen las funciones de jerarquización y subordinación relacionadas principalmente con la economía, allí existen actitudes de dominación y poder que por lo tanto son limitantes en el sentido de tomar decisiones referidas a que comprar, que programa de televisión ver, que lugar visitar en vacaciones y demás. Donde llegar a acuerdos puede ser difícil por el máximo grado de poder que se tiene por parte de la figura patriarcal.
Con esta diferenciación aún superficial, pasemos ahora a analizar si el espacio público, ha cambiado no solo en su forma, sino en su contenido, aún más, cuando existe en él la incorporación de nuevos modelos.

El espacio público es sinónimo de libertad, ya que como es un espacio en principio político la acción colectiva genera la capacidad de comunicar y expresar libre de la conciencia individual y privada (Las marchas, las protestas, los eventos culturales y sociales, son un ejemplo de ello). El modelo de plaza pública griega o ágora es la apertura al debate, la participación, expresión y comunicación de discusiones de los asuntos de la ciudad, y para que estas relaciones se den, es necesario estar presente en pleno, donde el espacio es configurado en este sentido, es decir en pocas palabras que sin plaza no hay democracia.  Allí el espacio público es el resultado de la concentración de personas, las cuales se comunican, enfrentan, conocen y se reconocen, construyendo un diálogo mutuo, y heterogéneo, propiciando obviamente la inclusión de diversas subjetividades y alcanzando fines políticos. De tal manera que si los ciudadanos no se congregan y no pueden expresar sus ideas y principios, en ese sentido no pueden llegar a acuerdos mínimos para convivir en armonía.

Vista esta diferencia, pasemos ahora a la mutación del espacio público y el resultado de su nueva forma.
La transformación de lo que hasta hoy conocíamos como la sociedad de las masas en la sociedad de los medios, es el resultado de la utilización del concepto de poder y la economía sucedida en el espacio privado doméstico y las relaciones que allí se dan, trasladadas éstas al contexto de la ciudad, encontramos que lo que conocemos hoy como espacio público no es más que otro modelo diferente al griego: el modelo burgués, en pocas palabras, un espacio público centrado en la publicidad al servicio del consumo y por órdenes del gobernante y todos sus intereses.
En este modelo (en el cual vivimos) el contenido del espacio público cambia, el reino de la crítica y la construcción de diferentes realidades se subvierte por el imperio de la “opinión publica” – la verdad absoluta-, el escenario trasmuta y se dirige al espacio privado: el hogar. La televisión y las redes sociales nos informan y nos crean una opinión individual, lejos de la retroalimentación colectiva del ágora, quedando el espacio público urbano utilizado solo para,
Llegar más rápido al banco,
La siesta después del almuerzo,
Las burbujas de jabón,
Las historias tristes,
Los personajes harapientos,
Los pequeños comerciantes,
La letrina de las palomas,
La extensión de las filas,
Los encuentros furtivos,
Los reencuentros,
Los que se quedaron solos esperando,
Los que están perdidos,
Y no se encuentran,
Los que venden el tiempo-no el del periódico-
Los que leen las mentiras
De ese periódico,
Las que adivinan: ¡el futuro va a estar muy interesante!
(Por eso es que todo tiempo pasado fue mejor,)
Los que esperan a que doblen las campanas
(Sin darse cuenta que
Las campanas doblan por ellos…)
Entre otras esperanzas y desesperanzas,
Generándose entonces, una mutación hacia otros contenidos.

De la plaza pública política solo queda la manifestación de diferentes grupos sociales, y políticos que la utilizan solo como un espacio desligado de su contenido, pues las reivindicaciones y exposiciones de sus derechos no repercuten en ninguna acción colectiva concreta, precisamente al tergiversarse la opinión pública por parte de los medios y al no hacerla partícipe con su criterio, es decir, cuando éstas manifestaciones se difunden gracias a un medio que llega a un público mas amplio, virtual (tv, internet, radio, prensa), éste participa de una opinión sesgada y manipulada por consiguiente aislada y privada, determinada por un punto de vista u observación diferente al propio, haciendo ver al consumidor de esa información lo que el medio sabe vender: el espectáculo de la inmediatez,  lo cual trae consecuencias graves para la construcción de una identidad colectiva urbana, tal como lo señala Bourdieu sobre las practicas televisivas perniciosas:

1. el principio de selección de la información a favor de lo escandaloso y sensacionalista.
2. el protagonismo de los periodistas en cuestiones políticas opacando al verdadero protagonista: el político.
3. la inmediatez de la noticia dada por la competitividad en desmedro de cualquier análisis que la ponga en contexto.
4. la banalización y la despolitización de los contenidos con el fin de no generar polémica y solo entretener. (entre otras).

Por tal motivo se dice que lo público está dominado por la publicidad, si queremos ir mas allá del asunto no podemos pensar en el espacio público como un espacio formal, sin contenido que indique meramente que sea de todos y para todos, y mucho menos un espacio virtual donde todas las acciones quedan subordinadas a las redes sociales, mas allá de esto, hay que buscar que se construya para que se practique en él libremente la acción colectiva con injerencia en la política.












lunes, 7 de noviembre de 2011

La verdad sobre Colombia

por Mónica Beatriz Pacheco Ochoa
Trabajo social UFPS


Colombia es un paraíso, gobernado por unos tiranos que se creen santos, lleno de esclavos ingenuos que luchan por sobrevivir  y unos pocos revolucionarios que tarde o temprano terminan asesinados.  Yo diría que se parece mucho a la época en que los españoles nos gobernaban, solo que ahora nos volvimos ciegos, sordos, mudos e ingenuos; aunque tenemos todas las de ganar, no utilizamos nada;  votamos por el que nos toca, ya sea por hacerle el favor a un familiar que necesita trabajo, porque los grupos paramilitares nos lo exigen, o tal vez porque nos dejamos meter cuento y mantenemos la mínima ilusión que nos pavimenten una carretera, porque para los Colombianos el progreso va ligado a cemento, como lo decía Jaime Garzón, una de las pocas personas que se atrevió a contar la verdad y terminó como nuestro señor Jesucristo, muriendo por nosotros mientras desperdiciamos su sacrificio.
¿Qué es lo que nos está pasando?
Si tomamos por referencia a William Ospina, quien nos muestra claramente con “lo que le falta a Colombia” la problemática tanto del orden económico, político, social, cultural, religioso y ético; podemos  rescatar múltiples  defectos que aturden a nuestra sociedad:
-          Nos avergonzamos de nosotros mismos y tratamos de parecernos a otros.
-          Permitimos que los extranjeros determinen el valor de nuestros recursos naturales  y los exploten.
-          Todos van por intereses particulares y/o familiares, nadie piensa en general, en progresar, en un verdadero cambio.
-          El estado Colombiano no existe en  absoluto, si se trata  de cumplir con  las funciones que le corresponden; existe infinitamente si se trata de saquear al país.
-          La empresa privada nos proporciona lo que el estado nos debe dar; por eso nos acostumbramos a pedir favores y  mendigar limosnas; sin preguntarnos ¿dónde están los dineros públicos que día a día le aportamos al país? porque pagamos IVA hasta por unas medias.
-          Los campesinos y desplazados son una vergüenza para el país, los habitantes de la calle son ladrones y los pobres perezosos.
-          A pesar de que otros países, los llamados "grandes potencias" nos han humillado, despojado de nuestros recursos, manipulado... los seguimos viendo como aquellos que son mejores que nosotros, aquel modelo a seguir. 
-          El que peca, reza y empata.
-          Y por ultimo y tal vez lo más importante, el conflicto nos está matando.
En conclusión, estamos llenos de violencia, de choques, no confiamos en nadie, queremos ser como los demás y a pesar del alto índice de pobreza y el desempleo, nos damos el lujo de permitir que el estado y “sus reyes” sean unos corruptos.
Esa es nuestra realidad y es difícil cambiar algo que viene desde nuestros  inicios; primero fue el conflicto entre los partidos liberales y conservadores, que desembocó en el frente nacional, un pacto que ponía fin a la violencia entre los dos partidos y que dejó a un lado ciertos sectores que más tarde fueron convirtiéndose en grupos guerrilleros y paramilitares, que luego fueron apoyados por políticos y familias pudientes que tenían intereses claros en mantener el poder del  país y hoy en día se encuentran en un conflicto entre todos  contra todos. Es difícil decirle al país que nos unamos y que luchemos contra  esta problemática, porque no todos nos vamos a unir, ya que detrás de cada persona hay un sin número de miedos, ideologías e intereses particulares que no encajaran en los generales.
Pero realmente vamos por buen camino, porque todo esta tan mal que los pudientes y políticos se están dando cuenta que la embarraron y ahora no pueden salir a un parque porque los secuestran, los matan o los roban; ya sus hijos tienen un sin número de vacios simbólicos y han creado sus propios problemas inmateriales,  ya ni siquiera pueden tener un buen desarrollo, comer un helado o caminar por las calles.
Nosotros siguiendo el ejemplo de otros, nos dimos cuenta de que el estado le tiene pavor al escándalo, así que si denunciamos algo por los medios de comunicación o por organizaciones internacionales, enseguida se nos solucionará el problema, ya al menos empezamos hacer marchas y poco a poco los que llamábamos “mechudos” están destacándose por personas verracas, inteligentes y críticos.
Si empezamos a valorar a todos por igual, tanto el taxista como al busetero, tanto al profesor como al de oficios varios, tanto al soldado como al ministro de defensa, tanto al presidente como al indigente y entendemos que todos somos importantes, que merecen el mismo trato; empezaremos a encaminarnos al verdadero cambio.  Y si hay trabajo, Si los pobres son dignos, si hay algo de igualdad, si hay una verdadera democracia, si el pueblo se vuelve crítico y no se deja meter cuentos, si no permiten que lleguen extranjeros a explotar nuestros recursos y darnos unos pequeños porcentajes por medio de regalías; si en vez de hablar mal de nuestra gente, de los campesinos, indígenas y afroamericanos le destacamos sus cualidades; si somos chismosos en pro a informar de oportunidades, de funcionarios corruptos y de buenas ideas  ¿Qué argumentos le van a quedar a los grupos armados para seguir en conflicto? 
No podemos pretender que llegue un buen político y cambie nuestra realidad, ya que es imposible que frente a la presión de los grupos armados, de la clase dominante, de los funcionarios corruptos y de los habitantes inconformes, logre cambiar completamente al país.  Tomemos conciencia que no es necesario ser presidente para transformar nuestras sociedades, tenemos el poder de ver un entorno diferente, de sacar una sonrisa a nuestros familiares y amigos, de corregir y dar un buen consejo a esas personas que por cuestiones de su naturaleza y de la misma sociedad, dañan y maltratan a otros con palabras o acciones; construyamos nuestra propia utopía y luchemos por conseguir ese cambio.
Hay que enfocar nuestros esfuerzos en lo que realmente importa; sabemos que el estado es corrupto, que las políticas sociales no son más que políticas económicas que van ligadas a la tendencia de ahorro y no de bienestar, que la empresa privada es la que está determinando nuestra calidad de vida y cumpliendo las funciones que por ley le corresponden al estado con los dineros públicos y en fin muchas otras cosas que marcan y obstaculizan el verdadero cambio; y sin embargo no hacemos nada, pueden pisotearnos y seguimos sonriéndole y aplaudiéndole a esos políticos “importantes” que nos arruinaron la vida y nos compran con tapar un hueco, seguimos pidiendo favores en una alcaldía para que nos den un trabajo y mostrando las listas de las personas que conseguimos para que votaran por el alcalde o tal vez por ese concejal que después de estar metido en nuestro barrio y prometernos el  cambio durante sus campañas políticas, después  de ser elegidos se olvidan de nuestros rostros y de sus propias mentiras; realmente es triste ver como nos humillan y como nos desquitamos con las personas que realmente merecen respeto, a esos desplazados que viven en barrios de invasión y que no son pobres porque el estado les da 190 mil pesos para quedar bien en las encuestas; a esos indigentes que duermen en las calles y que están sometidos a los innumerables peligros, vicios y enfermedades, a esos ladrones que son el resultado de una sociedad y de un estado que les dio la espalda, a esos recicladores que trabajan día y noche para conseguir su sustento que proviene de nuestra “basura” y de nuestra falta de solidaridad.
Muchos se preguntan ¿Dónde está el estado Colombiano? Pero ya es hora de preguntarnos ¿Dónde estamos nosotros? La gran mayoría tiene sus propios asuntos por los cuales deben preocuparse, el sobrevivir en este país no es una tarea fácil y las empresas privadas y públicas no dan muchas oportunidades, ni tiempo, ni ganas para salir a protestar o a exigir nuestros derechos, además no es muy favorable hacerlo, el que habla y se destaca termina muerto, herido o amenazado; otros se dedican a criticar al estado, a sus políticas y políticos, a sus reformas, leyes y mandatos, a sus instituciones, a sus partidos y modelos políticos, si se es de derecha o izquierda y en fin crean otro conflicto, eso se puede ver en las redes sociales y diversos grupos donde hay buenas ideas y grandes personas que son opacadas y etiquetadas como guerrilleros; otros están preocupados por aprovechar esas políticas y beneficiarse de ellas; y otros están esperando que haya justicia y sufriendo las consecuencias de un país lleno de personas que luchan por sobrevivir.  Si reclamáramos y si las entidades públicas se tomaran la molestia de educar, de proporcionar información acerca de los trámites para exigir nuestros derechos; todo sería más fácil, no habría tanta injusticia e impunidad.
La salud está por el piso, nos están robando y tratando como animales irracionales, para qué sirve la ciencia?, para qué tantos medicamentos?, para qué tantos médicos?, para qué tantas EPS y hospitales?, para qué el fondo fosyga?, para qué tantas reformas y protestas?; si al final nos terminan dando Acetaminofén  ¿Dónde está lo que pagan los colombianos? ¿Por qué 15 minutos para una cita médica? ¿Por qué tanta negligencia? Si estamos pagando por algo que debe ser gratuito, ¿ni siquiera así tenemos derecho?
La educación pasó a un segundo plano, no les dan oportunidades a los profesores jóvenes que tienen nuevas metodologías, conocimientos más avanzados. ¿Por qué se permite que hayan profesores que no educan, que solo están ahí esperando otra jubilación? ¿Por qué el ministerio de educación establece unas temáticas inaceptables para la educación en colegios y escuelas? ¿Por qué en  las universidades hay muy pocos docentes de planta? ¿Por qué el estado quiere entregarle la responsabilidad a las empresas privadas? ¿Acaso la educación no es la clave para una nueva Colombia?
Las viviendas de acción social se las dan a los que “no tienen casa”, lo que el estado ignora, es que el hecho de no tener ninguna escritura o vivienda registrada, no significa que se sea pobre.  Es muy fácil notar que la mayoría de personas que acceden a este beneficio no son las que realmente deberían ¿cómo una persona pobre puede reconstruir en menos de 6 meses una vivienda y modificarla por completo?
Lo más irónico es ver como las encuestas nos muestran una reducción de taza de desempleo, de pobreza, de desplazados, de indigentes… Mientras en lo empírico se vive otra realidad. La economía de Colombia está por el piso, los microempresarios se están arruinando, los negocios están cerrando, los vendedores ambulantes están incrementando, a los campesinos se les está perdiendo las cosechas y la garantía del gobierno radica en préstamos, y todo el mundo se queja porque “la plata no alcanza para nada”  Pero para el estado, todo marcha bien, ven a Colombia desde la teoría funcionalista y estructuralista. Y todavía se preguntan, por qué tanta violencia, por qué hay niños trabajando y prostituyéndose, por qué tanta indigencia, por qué hay narcotráfico ¿no será porque hay pobreza? ¿Por qué no hay trabajo? ¿Por qué tenemos que sobrevivir? ¿Por qué una tecnología no es una garantía para tener sustento? ¿Por qué 190 mil pesos no alcanza ni para una semana? Esto nos permite reflexionar que es lo que realmente necesitamos, ¿más policías o más garantías? ¿Empleo o subsidios? 
La solución de muchas situaciones desfavorables está en las políticas públicas, con ellas se definirán nuestro pensamiento y nuestro futuro. Ya es hora de dejar de esperar, creemos nuestras políticas, analicemos lo que necesitamos,  utilicemos eso malo que tenemos, esas inconformidades, esos miedos, esas estrategias y a esos políticos para construir país; de esta manera tendremos cimientos que nos permitan sentirnos orgullosos de lo que tenemos, de lo que somos y de lo que hacemos.