por Wolfang Francisco Carvajal Capacho
Arquitectura UFPS
“la televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro
sistema cultural”
Federico Fellini.
Inicio esta opinión con una
advertencia a las personas que quieran refutarme luego de leer estas líneas, y
es la siguiente: no voy a tratar el tema de lo moral o inmoral que para muchos
puede ser los actos acontecidos en un reality show, por tanto no me amparo en
lo agradable o desagradable que me produzca ver este programa, es más, si
finalmente lo veo o no sólo incumbe mi privacidad, y tampoco voy a decir algo
que no sepan, sólo quiero escribir.
Lo que me interesa destacar
alrededor de lo suscitado en el público con relación a los programas reality
show y en general al 100% del contenido de los canales de televisión,
es el enorme poder de concentración que generan en el público.
Avanzando en la intención de lo que quiero
decir y sin ser un estudioso en teorías de la comunicación ni ser éste mi campo,
puedo intuir que la televisión sin importar si está bien o mal enfocada, es por principio infortunada.
Esta caja negra entró en el espacio privado que es el hogar
para subvertir el espacio público y todo el contenido que este conlleva. Es
decir de entrada, la aparición del televisor en los hogares ha generado la
transmutación de las actividades que se desarrollan en los espacios públicos
generando un errado sentido de participación y opinión, afirma Manuel Campo
Vidal que “Si de pronto se descompusieran
todos los televisores del mundo, no habría escalas para medir los maremotos de
aburrimiento”, ya que las personas nos acostumbramos tanto a la presencia
del televisor que forma parte importante en nuestras vidas y es el epicentro de
nuestros hogares cercenando todo desarrollo motriz y dialógico con los demás, y digo infortunada porque
ésta le ha ganado la batalla a la imaginación, a las reuniones familiares para
contar historias o chistes, bailar o tocar un instrumento, espacios familiares
y tal vez comunitarios que posiblemente nuestros abuelos hayan disfrutado más
intensamente y que muchos de nosotros no sepamos qué significado tienen.
Incluso en un nivel más privado
de relaciones personales, y siguiendo con las frases encontradas en google
sobre la televisión, apunta Isidoro Loi causándome sonrisa que “Los matrimonios jóvenes no se imaginan lo
que deben a la televisión. Antiguamente había que conversar con el cónyuge”, para
lo cual si se trata de aprovechar la televisión a nuestro interés es una buena estrategia prenderla para no tener que discutir todo el tiempo con la pareja
y mucho menos terminar haciendo hijos.
El punto de la opinión es aún más
inquietante pensarlo, puesto que muchos en un partido de futbol hemos gritado
al televisor esperando que el árbitro, los jugadores o el técnico escuchen lo
que nos parece respecto al partido, igualmente, al ver una novela o serie en la cual el
asesino acecha sigiloso a la víctima, sentimos la necesidad de gritarle a esta
que se cuide la espalda, que lo van a matar.
De entrada sabemos que el
televisor no trasmitirá nuestra opinión al que envía el mensaje, pero nos
creemos el cuento, sin embargo creernos el cuento no es tampoco equivocado, ya
que la literatura en el 100% de los casos nos hace creer en las historias, es
más, la literatura muchas veces ha sido fuente para la televisión, el problema
es que nos creemos cuentos faltos de creatividad, o cuentos donde damos de
comer y nos terminan quitando completamente la comida.
El inconveniente es que la
televisión anula la imaginación, pues
todo está explicito; así como anula la capacidad de interacción, pues aunque
podamos ver tv en compañía de varias
personas, al final nos daremos cuenta que estamos aislados pues el diálogo
siempre termina entre la caja negra (que ahora es plana) y uno.
Concluyendo, el mayor problema
que tiene la televisión es que supuestamente es un medio cultural, pero en lo
que termina convertida agazapadamente es en un fin político el cual utiliza una
ideología cultural para socavar el poco conocimiento que las sociedades tienen
de si mismas, por tanto es tan atractiva la televisión porque nos genera una
identidad al saber que otros están haciendo lo mismo, y poder hablar con ellos
de determinado tema de moda nos incita a verla cada día para encontrar puntos
de conversación en el trabajo, el colegio, la universidad, la iglesia y
cualquier espacio, otra identidad que la televisión misma ha construido ganándole
la guerra como dice Fellini a nuestro sistema cultural, por ello obviamente el
poder acude a ella para mantener alejados de nuestras conversaciones temas más profundos como los políticos, ya que tendemos a ser facilistas y con
tantos problemas que hay en el mundo, es mejor evitarnos dolores de cabeza.
Sin embargo para terminar y
contradecir todo lo anterior, como afirma Jaime de Armiñán “modestamente, la televisión no es culpable de nada. Es un espejo en el
que nos miramos todos, y al mirarnos nos reflejamos”, y como ciudadanos si
no podemos apagar y tirar a la basura el televisor para salir a los parques,
jugar y divertirnos sanamente en el tiempo libre, por lo menos podemos censurar
y regular aún más la televisión, para no terminar censurados por ella.